Así que les pido que no se desanimen a causa de lo que sufro por ustedes, ya que estos sufrimientos míos son para ustedes. Efecios 3:13
Hace trece años recibimos la noticia más trágica de nuestras vidas: nuestro hijo tenía meningitis. Después de saberlo no teníamos idea que desde ese momento tendríamos que lidiar con los estragos de esa terrible enfermedad diariamente. Por años viví con depresión, angustia, incertidumbre y agonicé cada momento. ¿Cómo lidiar con esto? Parecía que estaba más allá de mi alcance superarlo.
Una noche de insomnio, clamé a Dios. Caí de rodillas con mis ojos llenos de lágrimas y mi corazón hecho pedazos: supliqué fortaleza, sanidad para mi corazón, paciencia, fe, sabiduría, valor y un espíritu renovado. “Padre, no puedo más, aquí te dejo mi carga, mis preocupaciones y ansiedades. Desde este momento son tuyas, cárgalas porque yo no puedo”. En ese momento el Señor me fortaleció.
Han pasado los años y sufro todavía, pero el Señor cura y suaviza mi herida con su amor y cumple sus promesas en mi vida. Desde aquella noche Dios me dio una receta fabulosa:
- Vive un día a la vez. Si piensas en el mañana te afligirás.
- Evita caer en la autocompasión. No eres la única persona que sufre en esta tierra.
- Lleva tu carga con dignidad. Mientras que este mundo se llame mundo sufrirás los estragos del pecado, lo mejor es llevar la cabeza en alto y disfrutar lo positivo.
- No pierdas de vista la esperanza gloriosa y maravillosa de un mundo mejor.
Si tú como yo derramas lágrimas y sientes el dolor de una herida que hay por la enfermedad, la muerte de algún ser querido o alguien que amas está atrapado en las trampas del enemigo, escucha el apóstol Pedro: “Echa toda tu ansiedad sobre él”, porque él tiene cuidado de nosotros.
Sofía Mora de De Lima
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